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Rosa Dalia Cevallos
A la cárcel de papel

La Academia Ecuatoriana de la Lengua acogió entre sus miembros al doctor Rodrigo Borja, el presidente que enrumbó al país hacia la modernización. Terminado el período 88-92 se dedicó de lleno a su faceta de escritor.

Viernes 14 Mayo 2010 | 00:00

El Diccionario Político Ecuatoriano lo absorbió de tal manera que escribía en aviones y aeropuertos, cuando viajaba a dictar magistrales conferencias. Hoy es parte de la entidad encargada de vigilar  el buen uso de nuestra más importante herencia cultural de España, la amplia y para muchos difícil lengua castellana.
Un conocido escritor instauró la cárcel de papel en su columna, donde arraigaba a todos quienes dejaran escapar errores gramaticales. Errores que cada vez serían menos perdonables, de no ser porque  la prensa  publica gazapos a diario, sobre todo de los políticos, responsables del deterioro del  idioma, al captar espacios de la radio y la televisión.
Van los más usuales y si usted, atento lector, los comete, corríjalos… o entréguese a la cárcel de papel.
El inútil “dequeísmo” “pienso de que la investigación fue muy breve”, en vez de: pienso que, creo que, opino que.
Las clases iniciaron: las clases se inician, pues la acción es reflexiva, recae sobre ellas mismas, muy distinto es que el ministro inicie las clases pues, gústele o no a la UNE, al presidir la ceremonia en tal o cual colegio, transmitió la acción de iniciar al sustantivo clases.
El municipio, conjuntamente con la Agencia de Desarrollo, basta la preposición con.  Hay  quienes tienen palabras favoritas, si tanto es el gusto de usarlas dígalo así:  el municipio junto con la Agencia de Desarrollo, o: realizaron un trabajo conjunto.
Nuestro idioma tiene su propio régimen, no  es prestado de otro, por ello lo correcto es  sentarse a la mesa, a menos que vaya a sentarse sobre la mesa, prohibido por las normas de buen gusto; tampoco en la mesa. Del mismo modo, es incorrecto decir  en corto, en mediano o en largo  plazo, lo preciso es la locución adverbial a corto, mediano o largo plazo.
En cambio, hay una fascinación por lo que ocurrirá “a futuro”,  ¿qué induce a cometer este galicismo? En francés la preposición “a” significa “en”: si continúa este desperdicio, en el futuro no habrá agua.
Y algo realmente chocante es el correcto pero muy recurrente -por tanto cansino y pobre- pronombre relativo compuesto  “lo que”, cuando únicamente se necesita el artículo el o la. Trabajaremos en lo que es Bahía,  basta con trabajaremos en Bahía. Debemos arreglar todo lo que es la oficina, en vez de debemos arreglar la oficina.
Otro caso muy usual es la redundancia en “hace varias semanas atrás, no se había iniciado la obra”. Es mejor así:  hace varias semanas, o:   semanas atrás, no se había iniciado la obra.
Y a una alta autoridad se le escapó una perla: yo abuelo esa ley, que habría sido aceptable si el verbo abolir no se restringiera a las siguientes conjugaciones: abolimos, abolieron, abolido ¡abolid!

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