En los días cimeros de su vida, recibiendo el Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa atribuyó su trayectoria y éxito de escritor -entre otros- a lo inmediatamente necesario para ello: a su hábito de lectura; basamento con el que coincido plenamente; ya que, si a la lectura se le aumenta un poquito de fantasía, recuerdos, dedicación, e inspiración, lo que proviene de lo indescriptible que es el amor y el dolor, entonces estamos frente a un buen escritor; aunque todavía algo incompleto, ya que para llegar al nivel del arequipeño y otros como él, se requiere de bastante responsabilidad y compromiso social.

Vargas lo ha demostrado en sus obras; esto lo sentí reflejado -entre otras- en  “Pantaleón y las visitadoras” y en “La fiesta del chivo”, que las devoré. Su existencia siempre ha estado ligada al convivir colectivo; lo prueba su fallida candidatura a la presidencia de su país y sus opiniones y rectificaciones sobre dominantes ideologías con sus aplicaciones en diversos países.
Es por esto que en estos días él pronunció sentencias como: "La literatura es un entretenimiento extraordinario, enriquecedor. Además de enriquecernos la vida, creo que nos estimula a desear más, a querer más cosas que aquellas que queremos"; aumentó: "Y esa insatisfacción es el gran motor del progreso. Gracias a esa insatisfacción, hemos salido de las cavernas"; también: "Creo que la literatura ha hecho más libres a los seres humanos”; y denuncia el escritor: "Eso lo saben bien las tiranías, por eso todas ellas sin excepción siempre han tratado de poner trabas y orejeras para limitar el ejercicio literario y artístico"; olvidó el periodismo; luego, Vargas puntualiza: "Todas las dictaduras, de cualquier índole"; y esta que me impresionó: "Con los buenos libros hemos podido ir ensanchando esa cosa hermosa que es la libertad".
Estos tiempos en que por múltiples razones el tecnicismo no estimula los buenos hábitos de lectura, la Inconformidad y la Libertad serían las más afectadas, si entendemos correctamente las sentencias del Nobel peruano, lo que debe preocupar a quienes amamos estas virtudes y deseamos seguirlas compartiendo con nuestros semejantes.
Finalmente, concienticémonos que con los países inmediatamente vecinos nos encontramos en desventaja, al no contar aún con émulos literarios de “el Gabo” y Vargas Llosa; por esto, es recomendable que nuestro Estado estimule a todos los ecuatorianos para que inmediatamente empiecen a leer y escribir más, desde prensa libre de calidad, hasta obras literarias de jerarquía; solo así, podremos aspirar glorias como las que los nombrados han dado a Colombia y Perú.<