Por años escuchamos que el vocablo Manabí en idioma cancebí significa tierra sin agua, nuestra provincia no recibe ningún río de deshielos andinos, impide su paso la Cordillera de Chongón y Colonche.

Existen sólo pequeñas cuencas hídricas que dependen  estrictamente  del régimen de lluvias. Ahora, en plena época llamada invernal, al escribir éste artículo han transcurrido 27 días sin una buena precipitación pluvial, y más bien hemos recibido soles diarios caniculares que todo lo secan. Ya sucedió en el 2009, en la cuenca de Chone, en octubre no había agua ni para beber, se secaron esteros y el mismo río. Los otros 2 sistemas hídricos, el Carrizal entrega agua a Calceta, Junín, Tosagua, Bahía, San Vicente, y aledaños abastecidos por la represa de La Esperanza.
La zona central de Santa Ana,  24 de Mayo, Portoviejo, Rocafuerte, Montecristi, Jaramijó y Manta, cuentan con la represa de Poza Honda, y aunque hay quejas por horarios, reciben el líquido elemento.  Imaginémonos por un momento que no existieran las dos represas o banco de aguas, con el actual estiaje,  la crisis de agua en Manabí sería una debacle total. El sector campesino está más que preocupado, agricultores lamentan la pérdida de los cultivos sembrados, especialmente maíz, maní, plátano y verduras; los ganaderos han empezado a vender sus reses, mientras sube el precio de la leche y el queso: otra vez la agricultura es una suerte de lotería, miles de manabitas están afectados si sólo el valle de Portoviejo genera empleo a 25.000 familias que serían 100.000 brazos ocupados;  que ahora deben pagar también un impuesto a la tierra. De persistir la sequía habrá una escasez en la canasta alimentaria de muchos productos, verduras y frutas. En estos momentos debemos rogar que llueva pronto, si no sucede habrá muy graves problemas de abastecimiento.
Por ello, hoy un millón cuatrocientos mil manabitas exigimos que  las obras de riego tienen que continuar, así se diga que no existe tasa de retorno positiva, pues es la vida misma del hombre la que depende de esto; tiene que radicalizarse el mantenimiento apropiado de las obras construidas, como los trasvases y las dos represas, a la vez que seguir adelante, con  los proyectos como el Múltiple Chone, con la represa de Río Grande, el Paján – Misvaque,  el Múltiple Ayampe, el proyecto de riego Sancán, el Jama y el Múltiple Pescado, pues la supervivencia de la especie humana en Manabí y las nuevas generaciones no podrán existir sin el agua, que requiere de los grandes bancos o represas de la misma, que no se desperdicie yendo al mar, y que sirva para fertilizar nuestros campos, en los cuales,  lo que se siembra, si hay agua, produce para el bien común; igual que construir urgentemente pozos someros y albarradas.