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Childerico Cevallos | E-mail: [email protected]
Asaltos a vehículos de transporte público
Childerico Cevallos | E-mail: [email protected]

Es utópico creer que con el aumento de vehículos para la policía van a terminar los asaltos a buses de transporte de pasajeros.

Domingo 18 Mayo 2008 | 21:02

Puede ser un elemento de disuasión, de precaución, pero también de incentivo al ingenio de los asaltantes que pensarán en otra forma de hacerlo. Quizá la respuesta al pedido de auxilio será más ágil y se reducirán los riesgos, pero no podrán detenerlos. Para bajar la frecuencia de los asaltos a los vehículos se requiere un programa consensuado, en el que prime la participación y la colaboración de los transportistas, la operatividad policial y se imponga el principio de autoridad a través de las leyes. Las cooperativas tendrán que comprometerse a efectuar un control minucioso de los pasajeros en las terminales, pero de manera profesional y eficiente, algo más de lo que hacen esas señoritas, en el denominado servicio ejecutivo, obligadas a tocar hasta partes íntimas de hombres y mujeres en el cacheo manual que efectúan, vergonzoso para ellas, chistoso para otros. Y a no detenerse en la vía a recoger pasajeros. Si hay costos en la operación, pues habrá que ponerse de acuerdo con el usuario para que en el valor del pasaje se compense los gastos a efectuar, que más bien son una inversión, puesto que, después de todo, el beneficio para la empresa es ganar en confianza y prestigio. Sin embargo, difícil será este control en los buses que viajan entre cantones, que viven de recoger pasajeros en las miniterminales que se forman dentro de la ciudad y de los que los esperan en las carreteras, costumbre ésta última causante de tragedias debido a la competencia que se genera entre cooperativas por ganar la delantera, con accidentes fatales por la imprudencia, la irresponsabilidad y la insensibilidad de los choferes que por unos pocos dólares pierden el respeto a la vida de los ocupantes de sus vehículos. La responsabilidad de la Policía, por lo tanto, no es mayor a la de quienes deben implantar desde el inicio los controles correspondientes. Es imposible vigilar palmo a palmo los cerca de 190 kilómetros que separan a Portoviejo de Guayaquil o viceversa, o a cualquier lugar de la provincia o el país; sin embargo, con más vehículos y medios de comunicación, la policía podrá estar más cerca de las zonas donde se han registrado la mayoría de los asaltos, áreas que conoce muy bien. Entonces, la responsabilidad del control se inicia en la estrategia de seguridad de las agencias de transporte, la que deberá ser reforzada en razón a que los asaltos han vuelto a presentarse en estos últimos días. Esto, indudablemente, deberá ser complementado con la presencia de la policía en las vías, como medida disuasiva, inicialmente, y represiva cuando la ocasión lo demande, para combatir frontalmente la lacra de la delincuencia.
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