Costa Rica vivió ayer el
segundo terremoto más fuerte de su historia, con una magnitud de 7,6 en la escala de Richter y el epicentro en la Península de Nicoya (costa del Pacífico), unos 200 kilómetros al noroeste de San José.
En todo caso, continuó el ministro, "no parece haber pérdida de vidas" humanas, si bien una mujer de 55 años perdió la vida al sufrir un infarto por un ataque de pánico en su casa, informaron a Efe fuentes de la Cruz Roja.
"La preocupación que tenemos es que no vaya a causar problemas para cerrar el curso", añadió Garnier en una entrevista con Efe con motivo de su participación en la XXII Conferencia Iberoamericana de Ministros de Educación y Cultura en Salamanca (centro oeste español).
Por ello, el Gobierno de Costa Rica estudia ahora dónde reubicar a los estudiantes cuyas escuelas resultaron "muy dañadas" por el terremoto, pues aunque no se derrumbaron sí sufrieron importantes desperfectos en columnas y paredes, precisó el ministro.
De momento, Garnier no cuenta con datos acerca del número de alumnos y escuelas afectadas por este seísmo, por lo que se han suspendido las clases en la jornada de hoy y de mañana para revisar los daños.
"Es muy temprano para tener una idea acerca del costo de la recuperación", continuó el ministro, quien adelantó que probablemente se plantee un incremento de la asignación presupuestaria para reparar estos daños durante la discusión de las cuentas este mes.
El departamento de Garnier afronta en el futuro inmediato un reto cuantitativo, y es el de completar la cobertura en la educación secundaria y preescolar, donde el primer nivel ronda el 60 %.
"Cuantitativamente ese es el problema más grande", resumió, pues cualitativamente el ministro aboga por la innovación y la creatividad para retener a los estudiantes en los colegios.